miércoles, 25 de mayo de 2011

Sobre el montaje de la primera versión del documental: El Pueblo Feliz.

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Tras dos años de contemplación, reflexión, estudio y recreo; la primera versión del documental de creación titulado: El Pueblo Feliz, está casi terminada.

Hoy miro esos dos años pasados en Jávea, casi apartado de la sociedad. Los seres humanos tenemos la capacidad de visionar el pasado, rememorarlo, realizar una síntesis y desglosar las vivencias, incluso graduarlas de mejores y peores, de válidas o inútiles. También sabemos olvidar, aunque no siempre la memoria omite a voluntad de la persona, a veces se cuelan recuerdos que nos gustaría disipar.

Ahora me encuentro más cerca de mi. El esfuerzo vale la pena porque suele mostrar lo que uno sabe y lo que no sabe, lo que no es y lo que es, independientemente de la producción artística que haya sido realizada.

Conocer el lenguaje del cuerpo, del pensamiento, de la conciencia. Observar la naturaleza. Vivir las estaciones del año solar, junto al mar en medio de un pequeño bosque mediterráneo es un privilegio, que obliga dar gracias por tener la ventura de experimentarlo. La concentración, la introspección requieren esfuerzo y tesón. La contemplación y la observación de la naturaleza viva son delicias a modo de recompensa.

Dos años así no se pueden configurar en una película documental. Lo vivido, lo pensado, lo cultivado va más allá de lo material. La catarsis es una fuga constante de la vida y el tiempo histórico que produce ideas encadenadas de múltiples patrones. Para un primer montaje he elegido una ventana portátil que muestra diversos espacios sin opinión propia e intentan contraer nupcias con la belleza.


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