jueves, 25 de junio de 2009

La tensión del azar.

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El azar también llamado hado, está presente segundo a segundo en la existencia misma. El pensar es azar, capricho, atención. El tiempo atmosférico, la luz del sol, la de la luna son variables, hay diversas tonalidades y texturas de color en cada momento: Una lígera bruma, una ráfaga de viento.

Un documental no es una obra de teatro donde las luces, los decorados, los actores y el telón repiten dos veces al día lo mismo, incluso una misma mueca o una leve sonrisa, que supongo perfeccionan en el transcurso de las representaciones, la naturalizan tanto, que casi ya no es interpretada.

Recuerdo los años de grabaciones en la naturaleza por selvas europeas, americanas y africanas. Allí, a veces inaugurabamos el mundo, pisabamos territorios que posiblemente nunca había pasado un ser humano antes. Se conocía la zona, si, pero esos miles de metros cuadradros era la primera vez que habían sido hollados por el ojo humano. Es una sensación que se tiene cuando se avanza por las trochas de cualquier bosque, alejado de la civilización. La grabación y el montaje de los documentales de naturaleza es un puzzle de azar, que con el tiempo aprendes a humanizar el "campo y contracampo" animal, ya que la belleza se manifiesta por si misma de forma lujuriosa en algunos lugares recónditos del planeta.

Ahora, no estoy en la amazonía ni el sabana africana , estoy en Jávea, sigo un guión, intento ser previsible en el trabajo. Aquí no inauguro nada y dejo ese menester a los que lo merecen. Sin embargo el azar persiste y ha alcanzado un grado de sutileza, de gracia, tal vez mayor.

Tendré que afinar las cuerdas.



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