lunes, 7 de septiembre de 2009

El Documental Reflexivo (II).



Es evidente que la comunicación audiovisual ejerce un importante poder sobre la sociedad. Crea opinión, tendencia, facciones subjetivas, y promueve una reflexión sobre ¿Qué es la realidad representada? La relación poder-comunicación cada día es más estrecha. Los sistemas de control de los medios de comunicación, y en especial los audiovisuales, son el objetivo de los que desean controlar la sociedad.

"La monumental obra del documentalista Harun Farocki, uno de los más intere­santes, inconformistas e incasillables directores alemanes contemporáneos, es práctica­mente desconocida en nuestro medio.

El universo conceptual de Harun Farocki, dueño de una estética tan propia como ascética, parece desbordar el campo de la Teorí­a pura del Cine para proponer una reflexión más amplia, que por cierto no excluye a la representa­ción cinematográfica, acerca del estatuto de la Imagen en la sociedad actual. Sus trabajos escritos, sus ensayos, van en el mismo sentido: se trata de asomarse y develar “que se esconde real­mente detrás de las imágenes”.

Así­, asomarse a su obra, implica vislumbrar mucho de lo mejor de la producción teórica contemporánea. Deleuze, Foucault, Bart­hés, Virilio y tantos otros, debe­rán ser invoca­dos en estas páginas en correspondencia con las propias citas de Farocki.

Es que los filmes y los escritos de Farocki intentan revelar lo que el Poder tiende a ocultar, el dispositivo que produce las imágenes que vemos y consumimos a dia­rio. Si un dispositivo, desde un punto de vista fí­sico- técnico (las distintas tecnologí­as - cine, TV, ví­deo, etc.- involucra­das en la difusión y expansión de las imágenes), simbólico-polí­tico e imaginario-fantasmático, es aquello que permite ver lo que se ve, la apuesta de Farocki consiste en hacer visible lo que general­mente se oculta. Vere­mos, pues, como el cine se vuelve, en Farocki, una herramienta de precisión, un bisturí­ que hunde su filo en la historia de la Imagen para verificar en ella el desenvolvimiento de los esquemas de pensamiento que constituyen nuestra realidad hoy.

Tópi­cos, ideas y formas de pensamiento que no cesan de encaramarse en el presente para predeterminar nuestra rela­ción con la Imagen, esto es, con el mundo y con nosotros mismos. Pero si la Imagen es aquello que el Poder se empeña en ocultar y manipular para sus propios fines, naturalizando una percepción del mundo, esto es, tratando de hacernos sentir como lógica y “natural” una forma determinada de organizar la realidad, creando una realidad a partir de las imágenes, el trabajo de develamiento de dichos mecanismos, la puesta en evidencia de sus manejos y presupuestos, no puede constituir otra cosa que una acto político.

Cada film de Farocki es, en ese sentido, un acto polí­tico. No un discurso, no una narra­ción más que, en sus enuncia­dos, termina repitiendo los mismos tópi­cos, el mismo mecanismo perverso de dominio y control que pretende denunciar. El cine de Farocki constituye un acto de desnudez de las imágenes. La puesta en “videncia”, de su real consistencia, de su eficacia ideológica.
Es precisa­mente esto lo que sorprende, lo que le salta a los ojos del desprevenido especta­dor de Farocki. Lo que sus filmes muestran sin tapujos es la contundencia del despliegue de una Razón aberrante, inhumana, de producción, control y consumo. Lo que sus pelí­culas ponen sobre el tapete es aquella lógica / ideologí­a, que ya no puede simple­mente remitirse a los viejos discursos capitalistas o comunistas, que hace de nosotros, de todos nosotros, sujetos pasibles de ser espia­dos, fotografia­dos, escanea­dos, filma­dos, graba­dos, medidos, predecidos y controlados".
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